La Cala Pregonda se encuentra bastante aislada de casi todo y esto es parte de su encanto. Está en el norte de Menorca y es completamente distinta al resto de las calas de las islas Baleares, por lo que resulta bastante especial.
Lo primero que llama la atención es su color, la cala está rodeada de rocas de pedra vermella o pedra d’esmolar, cuyo polvo le otrga a la arena una tonalidad dorado rojiza que con el reflejo del sol y en contraposición con el turquesa de las aguas parece aún más roja y le confiere un cierto aspecto irreal de paisaje de otro mundo.
Tiene 170 metrosde longitud y forma de media luna y la bahía tiene el acceso cerrado al mar Mediterráneo por una cadena de pequeños islotes de formas caprichosas que protegen la playa del oleaje y la convierten casi en una piscina natural con unas de las aguas más cristalinas de todo el Mediterráneo.
Es una playa protegida por pertenecer al Àrea Natural d’Especial Interès en el tramo desde Ets Alocs a Fornells y la única razón de que no podamos considerarla una cala virgen es un chalet que se levanta en uno de los extremos. Por lo demás no hay nada, ni chiringuito, ni ningún tipo de construcción ni servicio y el acceso es bastante complicado. Hay caminos que llevan hasta la misma playa, pero son accesos privados, así que las únicas formas de llegar son por tierra: desde Es Mercadal hay que coger la carretera dirección Fornells y luego el camino que lleva a Caballería, tomar el desvío en la señalización Benimel-la/Pregonda y prepararse para una caminata de media hora bajo la solana por el llamado camí de cavalls desde el parking de Binimel hasta la playa… o por mar, de hecho la transparencia de las aguas la convierte en una zona de fondeo muy apreciada.
También está muy bien para bucear, el fondo es muy rico, y se pueden ver mantos de posidonias y bastantes tipos de peces y –ojo- en ocasiones también medusas.
Marga G.-Chas Ocaña